Nathan's Famous frankfurters. 1310 Surf Avenue. Coney Island, Brooklyn. NYC.

Saturday, May 17, 2008

E PLURIBUS HOT DOG


Ironías de la vida. En un paraíso gastronómico como Nueva York, la comida clásica entre las clásicas es un humilde hot dog cocinado en un carro callejero. Introducido en un bollo de pan tierno, y aderezado con mostaza, cebolla y col fermentada, el hot dog exuda la esencia de la ciudad como ningún otro alimento puede hacerlo.

Al igual que ocurre con otros prodigiosos inventos de la humanidad, los orígenes del hot dog están rodeados de un halo de misterio. No hay consenso ni sobre quien lo inventó ni sobre el por qué de su nombre. La discusión podría llevarnos semanas, dado que el último congreso de expertos celebrado en una pequeña localidad del condado de Walworth, Wisconsin, no arrojó luz alguna al respecto. De lo que no existe duda alguna es del lugar en que alcanzó la fama: el paseo marítimo entablado de Coney Island, Brooklyn. Allí, a finales de la década de 1860, y en una fecha exacta sin determinar, un inmigrante alemán llamado Charles Feltman, trabajador intachable, esposo y padre ejemplar, añadió un hornillo a su carro de venta ambulante de empanadas de carne y comenzó la venta de salchichas calientes mientras recorría la playa.

Animado por las ventas, Feltman invirtió todos sus ahorros en adquirir un restaurante situado en la Calle 10 Oeste, en el que instaló siete parrillas que a diario cocinaban miles de perros calientes que vendía a 10 centavos la unidad. Todo iba a las mil maravillas hasta que uno de sus más antiguos y leales trabajadores, Nathan Handwerker, viendo que el futuro estaba en la salchicha, y consumando el que es considerado primer acto de espionaje industrial de la historia moderna, decidió independizarse . En 1906, Nathan compró un local en Surf Avenue desde donde empezó a vender sus propios perros calientes. Dos fueron las clave de su éxito: el precio -cobraba únicamente cinco centavos, la mitad que el bueno de Feltman- y el hecho de que la salida de la línea de metro recién construida desembocara justo enfrente de su establecimiento. Al poco tiempo, el local de Feltman, acuciado por la feroz desleal competencia de Handwerker cerró sus puertas. Fue así como de una traición, nació la leyenda de Nathan's.

Se estima que hasta los años 50 Nathan's llegó a vender más de 100 millones de perros calientes cada verano. Incluso ahora, cuando Coney Island ya no es ni la sombra de lo que fue, el establecimiento de Nathan's en Surf Avenue vende más de dos millones de hot dogs al año. A nivel de la ciudad, y a pesar de las incursiones del falafel, el kebab y el gyro, los carros de venta de hot dog suponen más de un 70 % de los 4.000 autorizados por el Departamento de Salud Pública.
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Ninguno de los que hoy empujan esos carritos se acuerda de Feltman. Ni falta que les hace.
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Yeah, ... today is one of these days that I don't really know what to write ... I'm sorry

2 comments:

pundit said...

I lost Monsieur le Maire. Si vous connaissez où est-il, je vous demande de me le dire. Très bien pour les HOT DOGS. Mangez-en un pour moi!

Anonymous said...

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