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Friday, January 06, 2012

SERPICO (pronunciado Sérpico)

Tiene 74 años y vive en un pequeño pueblo a dos horas al norte de Nueva York. Todavía conserva el mismo aspecto hippie de cuando vivía en el Village, se hacía llamar “Paco” y patrullaba por las junglas de Brooklyn, Queens o el Bronx. A pesar de que abandonó el cuerpo hace casi cuarenta años es el más famoso policía del NYPD . En una época en la que sus miembros se jugaban el pellejo cada día por un sueldo de miseria, lo cual les hacía pensar que tenían derecho a buscarse un sobresueldo con sobornos y extorsiones, Frank Serpico cometió un error (no dejarse sobornar), seguido de una locura (tirar de la manta). En 1971, durante una intervención, que en realidad fue una encerrona planeada sus compañeros, recibió un tiro en la cara. Se lo disparó un camello de Williamsburg ante la impasibilidad del resto de policías, que no le cubrieron durante el tiroteo y huyeron al instante. Serpico quedó tendido en el suelo desangrándose y sobrevivió al atentado porque un vecino llamó a la ambulancia y se quedó junto a él, cogiéndole la mano y hablándole, no dejándole morir. Su testimonio fue la base de la llamada comisión Knapp a comienzos de los años setenta, pero no fue suficiente para acabar con la corrupción y la brutalidad del mayor cuerpo policial de Estados Unidos.



Así acabó su carrera de policía. Sordo de un oído y con dolores crónicos a causa del tiro. Con la vida resuelta antes de cumplir 30 años. Le jubilaron con tanto odio que la Medalla al Honor se la tiraron por encima del mostrador de la comisaría: “hala, coge tu chapa y vete, cabrón”. Tras su retiro vivió diez años en Europa, aterrorizado por la posible venganza de sus antiguos compañeros y durante diez años más vagó por Estados Unidos hasta establecerse en el pueblo donde vive. Su biografia, escrita por Peter Maas, vendió más de 3 millones de copias. Posteriormente fue llevada al cine en la producción de 1973 titulada Serpico, dirigida por Sidney Lumet y protagonizada por Al Pacino. Ahora está escribiendo sus memorias.

Símbolo de integridad para muchos y “rata” para otros tantos, Serpico nunca ha dejado de ejercer. Su casa es una especie de santuario a la que acuden numerosos policías jóvenes e inadaptados con dudas parecidas a las que él tuvo. Incluso asesoró a Mike McAlary, reportero del New York Daily News, en el seguimiento del caso de tortura policial del ciudadano haitiano Abner Louima ocurrido en Brooklyn en 1997 y que fue galardonado con el premio Pulitzer. Por suerte todavía quedan tipos así , capaces de afirmar que "hace falta crear una atmósfera en la cual el policía corrupto tema al honesto, y no al revés."

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